Una de las cosas que más me sorprendió cuando empecé a estudiar académicamente el oficio editorial es lo mucho que hay que planear y anticipar cada detalle. El diseño del libro, lo que cuesta producirlo y la manera en que se va a hacer es un plan trazado de antemano que luego se sigue al pie de la letra. Es muy importante para que las cuentas se lleven bien, para que haya claridad y para que a la final el proyecto editorial pueda ser posible.
Me sorprendió porque en Casa Barullo eso no pasa tanto. No está ese nivel de claridad. Más bien todo lo contrario. La cosa es muy difusa casi que hasta llegar al final. No creo que sea algo de que no le trabajamos lo suficiente porque siempre le hemos trabajado mucho a las publicaciones. Como lo veo es algo más de que somos muchas cabezas pensando al tiempo, casi siempre intentando pensar en ideas nuevas, todas poniendo cosas sobre la mesa, pero cada una imaginándose algo particular en su cabeza. Lo que aparece al final es una publicación hecha con un poco de eso que cada una pensó e imaginó. No hay una fórmula particular para hacer los barullos. Es incertidumbre hasta que ya una los ve.
Ahorita estamos un poco así con nuestro #10. Como además nos hemos metido en la cabeza que es una edición especial siento que esa sensación se ha elevado muchísimo; un poco como lo que nos pasó cuando hicimos nuestro libro, la antología de De puertas para adentro. Vamos a ver en qué termina, pero si de algo estoy segura es que esta incertidumbre de ahora siempre acaba en una buena sorpresa. Es como esas fiestas que se forman cuando cada quien lleva alguna cosa: tú las polas, este otro unos nachitos, alguien pone la casa, aparece por ahí otra persona con un parlantico, un amigo hace sonar su lista de reproducción. Todo se va engranando sin saberse muy bien cómo.
Bueno, pero tampoco es que esté mal planear, ¿no? Creo que está bien irlo haciendo para que lo que dije al inicio sobre la sostenibilidad pueda ser cada vez más cierto. También para que todas estemos más tranquilas y no esté ese sentimiento angustiante de incertidumbre. Ojalá cada vez tengamos más herramientas para que en medio de el barullo de creación encontremos también claridad para hacer duradera nuestra casa. Sé que es como juntar dos opuestos: una forma comunitaria de hacer las cosas con una más industrializada. Nada igual hace que no puedan estar juntas. Una y otra pueden aprender cosas de ahí. La industrial a desacartonarse un poco. La comunitaria a coger herramientas para hacerse perdurable.
Se trata de cuadrar un poquito antes la fiesta, pero igual dejar lugar para que alguien llegue vestida de Helenita Vargas y se ponga a cantar, o algo así.
