Hubo una época extraña de mi vida; un pequeño limbo. Mis abuelos me habían pagado un seguro para que pudiera estudiar en la universidad. Por cosas de la vida calcularon mal el año en que me graduaba del colegio, ¿o tal vez pensaron que iba a perder uno? Pusieron el inicio de la universidad un año después de lo que era y yo me quedé entonces con ese tiempo inesperado. Se nos ocurrió que me fuera seis meses, lo que me daba la visa, a vivir con mi tía en la Florida. Fue un tiempo muy extraño. La primera vez que me sentí extranjera, diferente, discriminada. Aprendí mucho y me engordé. También me hice muy cercana con mi tía, tío y primos. Eso fue bonito.
Pero, bueno, me estoy desviando. Lo que quería contarles es que allí tomé un curso que era para leer y escribir mejor en inglés. Fue un curso muy bueno, con un profesor excelente que tenía ojos azules y los cachetes caídos como un sabueso. En ese curso aprendí algo que determinaría la manera en la que escribo. Aprendí que el punto seguido es una herramienta tremenda para lograr que las otras personas, nuestras lectoras y lectores, nos entiendan.
Es un aprendizaje que creo que es muy gringo. Allá les gusta escribir así. Frases cortas y simples que se puedan entender muy bien. Al principio me costó mucho porque como latinoamericana estaba acostumbrada a mezclar todo con todo en mi cabeza y eso terminaba viéndose en mi escritura. Pero, luego, cuando vi que los y las demás me podían entender mejor pude ver lo bueno que era. Van frase tras frase, cada una con una idea clara. La lectora va transitando tranquila punto a punto. Permite que esa otra te siga y que el diálogo no sea de ti contigo misma sino más abierto.
Ahora bien, esto puede caer con facilidad en lo plano, en el manual, en el libro de texto, que todo te lo decía tan clarito, pero sin profundidad. Muchos best-sellers son así y por eso venden bien, pero tal vez nunca llegarán a ser muy recordados. Sirve para transmitir información y muy bien. Todo se ve muy limpio y blanco, pero se quita esa gracia, ese churumbel barroco, ese arte. Creo que no es ese el estilo que me gusta.
Aprendí de ese keep ti simple pero no quiero separarme del todo de mi barroco latino. Es bueno que las ideas sean claras, pero también que bailen, que jueguen, que, así como los churumbeles, encubran y muestren. Pienso que buscar ese justo medio entre lo uno y lo otro puede hacer los textos muy ricos.
No siendo más el motivo de la presente estimadas y estimados lectores me despido deseándoles un excelente miércoles no sin antes disculparme por la demora el día de hoy en presentarles este brevísimo pero sustancioso texto.