Barullo está cumpliendo cinco años. Los cumplió el sábado pasado, el 17 de octubre. Nunca habíamos sabido bien cuál era la fecha, pero sí que este año se cumplían ya cinco y por eso nos pusimos a averiguarla. Fue por una foto que subió Gio a Facebook. Una foto que él tomó ese día que Barullo nació, que le dimos un nombre a eso que veníamos haciendo y que del nombre surgió ya el colectivo que luego vendría a ser.
Esto de los cumpleaños me tiene con la pensadera alborotada. Se vienen muchas cosas a la cabeza y me queda difícil qué escoger para decir. Para solucionar eso me decidí por hacer tres instantáneas. Tres momentos que han sido claves para mí por alguna cosa, así como esa foto que tomó Gio.
1. No me acuerdo dónde fue ni las palabras que dijo. ¿Tal vez fue en el departamento de literatura? Estaba en octavo semestre de la carrera, ya cansada de escribir ensayos de cinco páginas y extrañando escribir cuentos. Gio se me acercó con esta idea de hacer un grupo. Creo que le quedó sonando la idea luego del taller de narrativa que vio con Sanín, quería seguir escribiendo en conjunto. Le dijo a otras personas. Yo no las conocía mucho y eso me asustó un poco, pero en últimas terminaron ganando las ganas de volver a escribir y ahí nos juntamos. La primera vez que nos vimos fue afuera de la oficina de Emperatriz. Estábamos Ale, Josué, Andrecito, Gio y yo. Ahí cuadramos los básicos, que la hora, que cómo iba a hacer, que qué ejercicio. Quedamos en vernos los martes a las 8 AM, una locura, pero funcionó. A la primera sesión se sumaron Cami y Sara. Éramos las 7.
2. Venía cansada luego de un día duro de trabajo cuando estaba haciendo la pasantía en Unicef. No había podido salir a tiempo y tuve que darle muy duro a la bici para no quedarles tan mal. Era el día, ese día salía la noticia. Ojalá me esperen. No lo hicieron. Cuando llegué donde Ale estaban que no cabían de la felicidad. Nos habíamos ganado la beca, íbamos a poder publicar nuestro primer libro. Camila se agarró a tomar fotos con su celular/cámara. Ese día abrió la cuenta de Instagram. Es esa felicidad la que está detrás de las primeras fotos.
3. Llegué temprano. Ya había muchos camiones llevándose cosas. Era el día en que se tenía que hacer el levante de la FilBo 2019. Nosotras teníamos una zorra que nos había prestado la mamá de Ale y ya. Teníamos que llevarnos la mesa. Nos ayudaron a montarla pero, cuando íbamos a salir, nos dijeron que por ahí no se podía salir con la mesa. Ale salió a avisarle a su mamá y, cuando iba a entrar, descubrieron que su escarapela no era de ella sino prestada. No la dejaron entrar. Me quedé con la zorra, con la mesa gigante y sin saber por dónde salir. Alguien me dijo que intentara por detrás y salí con mesa y todo por una rampita sin que nadie dijera nada. Creo que en realidad había un señor que me ayudó a llevarla. Ahí estaba Ale con su mamá y el Kangoo. La mesa no cupo toda y tuvimos que irnos con el baúl abierto y agarrándola desde el asiento del copiloto para que no se resbalara. Cargar esa mesa para dejarla en la casa de Ale fue como cargar el peso de todo Casa Barullo.
Y es que creo que mucho de lo que es Barullo se basa en cargar cosas pesadas; resmas de papel, sobre todo, y a veces mesas o sillas. Es una bonita metáfora de cómo estar en un colectivo así lo que hace es volver real, materializar, las obras que uno tiene adentro. Siempre decimos que la casa es metafórica porque no es que haya una dirección a donde uno pueda ir y se encuentre con Casa Barullo. No por eso deja de ser real. Casa Barullo, como lo decimos siempre, es una casa que se construye de nuestras voces, de esas voces que han dejado de no existir para pasar a tener un peso físico, para ocupar un espacio negro sobre un papel, para reproducirse en fanzines, para sonar en ferias y en conversatorios, para hacer alboroto por ahí.
Gracias por tanto, Barullo y barullenses, porque los aprendizajes han sido infinitos.
¡Que sean muchos años más!
Gracias también a ustedes, queridas y queridos, por acompañarme aquí.
Nos vemos el otro miércoles.