333: un secreto para calcular el precio de venta de los fanzines
- Daniela Zuluaga
- 5 ago 2020
- 6 Min. de lectura
En el momento en que una decide sacer su fanzine, su autopublicación, está siempre ahí la duda de ¿bueno, pero qué precio le voy a poner? ¿Le voy a poner precio? Tal vez las de la línea más ortodoxa del fanzine dirían que no, que son por definición gratuitos y que en ese gesto está la democratización. Pero ¿y si le quiero poner una cartulina rosada con brillantes de portada?, ¿y si quiero que mi amiga me lo ilustre y me parece muy paila no reconocerle nada? Sacar las cosas gratis implica que ese trabajo de atrás es gratis también. Si una lo puede hacer está bien, ¿pero si no? Si eso te empieza a frenar para que te expreses, ¿no estaría bien venderlos?
Yo creo que sí. Desde que tomamos la decisión de sacar el Casa Barullo estuvimos de acuerdo en ponerle un precio. Al fin y al cabo, lo gratis puede llegar a restar valor; ponerles un precio es hacer que la gente se lo apropie y diga, pagué por esto, así sea un peso, voy a ver qué tal.
La duda está entonces en ¿bueno, y a cómo lo vendo? Pues si me costó 1.000 pesos hacerlo lo vendo a 2.000 y ya está, ¿no? De pronto no, puede que si lo hacemos tan fácil vayamos a tener problemas a la hora de distribuir con otra gente. Si lo llevas a que lo vendan en una librería, con ese ánimo de llegar a otros espacios y otras ciudades, lo más probable es que te cobren el 40% del precio que definiste para el público. O sea que, si les tienes que dar 800 por cada zine, tú te quedas con 1.200. De esos 1.200, 1.000 se te va en recuperar lo que gastaste y solo te quedan 200 de colchoncito. ¿Y si le pagas a alguien por llevar los fanzines a la librería? ¿O te quieres pagar lo de los buses? ¿Qué pasa si les quieres dar algo a las autoras? Empiezan las cuentas a no cuadrar y puedes terminar haciéndote un ocho por no ponerle más cuidado a esto.
Según la edición industrial la forma en que normalmente se reparte los porcentajes de las entradas por un libro es más o menos así:
40% para la vendedora, que, en nuestros términos, sería esa amiga de otro país que te va ayudar a que te conozcan. O el de la librería independiente que te dijo que sí podías dejar tus zines para venta.
20% para el distribuidor, que normalmente es ese que lleva los libros de la bodega a las vendedoras, pero lo cierto es que es raro que como fanzineras podamos darnos ese lujo. Normalmente toca agarrar los zines en una maleta e ir en bici por la ciudad repartiéndolos en los puntos de venta que tengas definidos. Aunque bueno, si te quieres recompensar la travesía con una Coca-Cola, ese “pago” sería este porcentaje.
10% para la autora, que es esta fuente de luz de donde salen todas las creaciones. Normalmente en nuestro campo también somos nosotras mismas, una o nuestro grupo. Entonces, bueno, tú decides si lo quieres pagar o si lo quieres retribuir de alguna otra forma. El reconocimiento de haber sido publicada o algunos fanzines de cortesía pueden estar bien según lo que, entre ustedes, o entre tú y tú, negocien.
10% para el editor, que es la máquina que hace todo posible. En este pequeño diez se incluye todo el trabajo de edición: la corrección de los textos, la maquetación, el pensarse la idea editorial.
20% para recuperar lo de la producción. Ese valor que tú multiplicaste por dos, o sea, como si fuera el 50%, para sacar el precio en nuestro ejemplo es, en realidad, sólo el 20% de lo que debería costar tu publicación para poder pagarle a toda esa gente de la que hablamos arriba.
Eso significa que si te costó 1.000 pesos, bajo el modelo de la edición industrial, lo que tendrías que hacer es venderlo a 5.000. Pues si hay cinco 20% en un 100% para calcular tu precio de venta tendrías que multiplicar por cinco los precios netos de producción. Asi te aseguras de no perder en los demás procesos: te quedas con tu parte de editor-autor-vendedora-distribuidora y recuperas los 1.000 pesos de la producción.
Mmm… Pero se ve un poco caro, ¿no? Porque si hacerlo no me costó 1.000, sino que lo tuve que imprimir a color, le puse un papel que me pareció bonito, y me terminó costando 8.000 ¿Será que los y las lectoras si van a pagar esos 40.000 pesos por mi fanzine?
Bueno, eso por un lado nos deja la enseñanza de que toca tener mucho cuidado a la hora de la producción para que los precios no se nos eleven mucho. Ya vemos cómo terminan afectando a esa persona lectora final. Se puede ser creativa, se puede explorar, pero siempre pensando en cómo ahorrar, en cómo gastar menos, en qué alternativas hay, en qué procesos puedo bajar si los hago yo misma.
Estos parámetros se pueden lograr en la edición industrial porque se bajan mucho los precios de producción debido a la cantidad. Hay que tener un gran capital para poner a funcionar máquinas grandes y ahorradoras de mano de obra. Aún no estamos ahí. Tal vez no lo queramos estar. Es bueno partir de esos parámetros, saber que entre más bajemos en costos de producción mejor, pero movernos y adaptarlos al estilo del hazlo tú misma o del fanzine.
Entonces, teniendo en cuenta que muchos procesos los hacemos nosotras mismas y que el motivo que nos empuja va más allá del lucro, hay varios porcentajes con los que podemos jugar. Les voy a contar cómo lo hago en Barullo:
Le reservo siempre el 40% a las vendedoras (librerías, amigas de otros países que nos ayudan a vender). Sabemos que hay algunas que bajan, pero como hay algunas que no, mejor dejar eso quieto.
No contamos el 10% de autores y autoras pues hacemos tratos con ellas a cambio de difusión.
Bajamos el porcentaje de edición pues nosotras mismas somos las que lo hacemos. No asignamos utilidad, sino que todo se piensa en términos de volver a nutrir el proyecto, de no perder ese colchón para sacar un nuevo tiraje, para organizar ferias, para ayudar con transportes.
Tampoco consideramos el de distribución pues, por ahora, lo hacemos nosotras mismas.
Los gastos de producción siempre son fijos. De estos se definen los demás, como ya vieron en los ejemplos de arriba.
Ojo pues…
Lo que hacemos entonces es dividir el 60% restante, que queda luego de reservar ese 40% de las vendedoras, entre estos dos: 30% de producción y 30% de edición-autoría-distribución. Esa base del precio de la producción que bajo el modelo de la edición industrial nos significaba el 20% acá sube al 30%.
Aunque pareciera contradictorio el hecho de que el porcentaje del precio de venta que ocupa la producción sea mayor significa, en realidad, que el costo es menor para el lector o lectora. Pues en un 100% caben 3.33 30%. Por esto para calcular el costo ya no habría que multiplicar lo que te costó hacer el zine por 5, como sucede con el esquema de la edición industrial, sino por 3.33. He ahí el secreto. Esto significa que el zine que te costó hacer 1.000 estaría bien venderlo a 3.300, que, bueno, puede que no sea tan barato como 2.000, pero en definitiva no es tan caro como 5.000.
Es un buen punto medio al que se puede llegar con nuestras lectoras y lectores y en el cual nos aseguramos que ambas partes están haciendo un trato justo.
Cada quien encuentra igual su manera de trabajar. Si quieres jugar más con eso ya sabes los básicos fijos que son ese costo de producción y el de las vendedoras y vendedores, que puede que también te lo ahorres si decides sólo venderlo tú misma. Es a la final una la que decide qué le quiere incluir. Lo importante es saber que cada cosa que dejas de cobrar es porque tú la estás donando, no porque no exista. A la final todos esos procesos están ahí, así sea una misma la que los haga.
Espero que esto no haya quedado muy enredado. ¿Qué tal lo vieron? ¿Tienen una manera más fácil de calcular el precio de sus autopublicaciones?
Cuéntenme…
Hasta la próxima entrada.
Pd. Por cierto, si quieren divertirse un rato, busquen el 333 en numerología y verán que es mágíco; no solo para calcular precios, sino para otras cosas.

Comments